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EN EL ESTANQUE DE SILOÉ. EL BUEN PASTOR

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Estamos acercándonos a la última semana de la vida del Señor Jesús, pero hay una sección que debemos repasar de su vida que sólo se encuentra en el evangelio de Juan. Es alrededor de diciembre, y el Señor Jesús está en Jerusalén, cerca del templo de Dios. Acaba de hablarles a los judíos de su preexistencia. Dijo: “Antes que Abraham fuese, yo soy. Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue. Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo, Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el

LAS PARÁBOLAS EN LUCAS—Segunda parte

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Continuamos con las parábolas en Lucas. Recordemos que cada evangelio añade partes nuevas para así llegar a tener un cuadro completo de la vida del Señor Jesús. La parábola del mayordomo infiel Cristo le sigue enseñando a sus discípulos   los   principios   que deben gobernar el reino de los cielos en la tierra . Se enfoca en la necesidad de administrar   fielmente y con habilidad   los fondos que llegarán a la iglesia. Tu capacidad para invertir sabiamente estos ingresos mostrará tus habilidades para ser fiel ahora “en lo poco”, y luego “en lo mucho” cuando se manifieste el reino literalmente. El Señor comienza:  “Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes. Entonces le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo. Entonces el mayordomo dijo para sí: ¿Qué haré? Porque mi amo me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que

LAS PARÁBOLAS PRINCIPALES EN LUCAS—Primera parte

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Al estudiar los últimos seis meses de la vida del Señor Jesús, notamos que hay una sección que sólo se encuentra en Lucas y que consiste principalmente de parábolas. 1. La Parábola del Buen Samaritano Comienza con la parábola del buen samaritano en Lucas 10:29. Un intérprete de la ley le había preguntado a Jesús para probarlo, ¿quién es mi prójimo? El Señor le contesta: “Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo, un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole; fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios [pago por dos días de trabajo de un obrero]; y los dio al

LAS RELACIONES EN LA IGLESIA. EL DIVORCIO. MANDAMIENTOS VIGENTES

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Debemos recordar Mateo 18 como el capítulo de las relaciones personales entre los miembros de la Iglesia. Al notar las ansias de poder y gloria entre sus discípulos, el Señor Jesús los corrige para que no surgieran las enemistades.  C omienza el relato: “En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿ Quién es el mayor   en el reino de los cielos ? Y llamando Jesús a   un niño , lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que   se humille   como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe” ( Mt 18:1-5 ) .  Cristo les insta constantemente a que dejen de lado las actitudes mezquinas y egoístas tan comunes entre los líderes políticos y les advierte que no tendrían cabida en la iglesia ni en el reino de Dios. Comenta Robertson: “Los   celos   habían estado creciendo en sus corazones… y